"Cuando sabíamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas"

Este artículo lo escribí hace un tiempo para una bitácora en la que colaboro. No está directamente relacionado con el mundo de la comunicación, pero lo publico en este blog, porque no puedo ser ajeno a la situación que estamos sufriendo los jóvenes de este país; Como reflejo de tantas y tantas historias, tanto personales, como de amigos o conocidos... os dejo este pequeño y humilde escrito:


El otro día caminando por las calles de Valencia leí en una frase escrita en un muro, que me hizo pensar, y que he decidido utilizar como título de este artículo: "Cuando sabíamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas".

Tengo 25 años y la mayoría de mis amigos también ronda esa edad (un año arriba, un año abajo). Lo digo, porque hace unos pocos años, a mi edad uno ya sabía... o por lo menos pensaba que ya sabía "lo que quería ser de mayor"; Hablo de esas cosas tales como donde iba a vivir, en que iba a trabajar o con quien había decidido compartir su vida... porque a mediados de la veintena, era normal eso de estar casado, tener un piso en propiedad (eso sí, con una hipoteca de mil demonios), tener un contrato indefinido o incluso tener un hijo. Puede parece sorprendente, para nosotros, los veinteañeros de hoy en día, pero esto era así. 

Nosotros, para bien y para mal somos distintos a las generaciones que nos han precedido. Muchos de nosotros "no sabemos que queremos ser de mayores".... e incluso, no tenemos muy claro eso de si "queremos ser mayores". No, por lo menos así; sin un mínimo de oportunidades, sin un contrato decente, sin la independencia económica que nos ofrece un salario más o menos aceptable... con la incertidumbre de vernos obligados a hacer la maletas en cualquier momento y vernos así condenados a un destierro forzoso lejos de nuestro Patria... Porque esta muy bien eso de "ver mundo" y vivir en otros países, pero no cuando se convierte en la única opción... 

Hemos pasado del patio del colegio a la cola del Inem... y en esta gélida noche de crisis, nos ha tocado navegar por un frió e inmenso océano, que en aquellos días "de vinos y rosas", nos parecía algo así como un charco provocado por una inofensiva tormenta de verano.

Nos equivocamos, la intrascendente tormenta se convirtió en diluvió... y los capitanes de barco en temerosos grumetes. Los príncipes se transformaron en sapos, los gatos en tigres... y los valerosos soldados de la vida se baten ahora en retirada, agitando una bandera blanca, perdidos todos, entre ninguna parte y el olvido.

Solo queda la esperanza de encontrar nuestra particular Arca de Noé que nos lleve a buen puerto. Que nos dirija hacia esas luces que se ven a lo lejos, pero que parecen, hoy más que nunca, que no son de este mundo. Como tampoco lo son, esas estrellas que a veces parece que cuelgan en el cielo, como si estuvieran sujetas por invisibles hilos. ¿De que material estarán hechos los hilos que las sostienen?...

Me pregunto si, quién sabe, algún día esas estrellas que brillan encima de nuestras cabezas, a la vez tan lejos y tan cerca, cansadas de centellear en solitario... se apiadaran de nosotros tirándonos una cuerda con las que poder subirnos a ellas. Quizás las estrellas conozcan las soluciones a nuestras preguntas, y nos susurren al oído las respuestas, y así sepamos de que material están hechas los hilos que las sujetan. Supongo que de la misma materia que los frágiles hilos que sujetan nuestra vidas y sueños, porque ya se sabe eso de... "que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".  


M. Bataille